Hola de nuevo, pirulet@s. Algun@s de vosotr@s me acusábais de no mantener al día esta página. Mea culpa. Como decía aquél, es virídico, y además, cierto.
Hoy vuelvo para explicaros el porqué. La mayoría conocíais a M, mi colega el samurai san, que en el lapso de más o menos un año fue atacado y finalmente vencido por el bicho ese del Zodíaco (y por desgracia, no, no era Leo, aunque se lo comió hasta dejarlo en los huesos). Meses de sufrimiento para él y sobre todo su familia (un beso para C y su hijo C). Y sus amigos, que veíamos la evolución día a día. No sé porqué, pero no se me ocurría nada agradable que contaros durante todos esos meses.
Luego, hace nada (lo enterramos el día 4 de Julio), le tocó el turno al Banderola. Al Yayo. A mi abuelo, vaya. El mismo bicho se lo comió. Pero bueno, las condiciones ni se parecían: más de 90 años, vió crecer a hijos, nietos y bisnietos. Saki no tuvo esa suerte.
Mi Yayo (era el Yayo porque mi abuela, la Valenciana, es obviamente y como todo el mundo habrá adivinado, de Lora del Río, pero criada en la ciudad del Turia, y allá dicen Yaya en vez de abuela, y aquí siempre mandaron las mujeres, y el marido de la Yaya es el Yayo). Mi Yayo, digo, parece ser que nació allá por el 1918 (este dato no es muy seguro, porque la informática de aquella no existía y los funcionarios eran igual de vagos que ahora), y a los 18 lo reclutaron, voluntariamente obligado, los nacionales para ir al frente a pelearse con los malísimos rojos y cumplir el deber con Dios y con la Patria. Manolo el Banderola no sabía lo que era un rojo, ni porqué era malo, pero sabía que los del otro bando también obligaban a los rojos a ir al frente voluntariamente y pegar tiros a nacionales como él, así que en Coruña se bajó del tren y se volvió a casa.
Naturalmente lo fueron a buscar y tuvo suerte de que no le pegaran un tiro por desertor. No sé qué disculpa pondría, pero parece ser que coló. Sólo lo mandaron al frente del Ebro, esta vez sin escalas, y allí un mando le puso la correa de una mula de carga en la mano y le dijo que respondía de la mula con su vida (se ve que lo de la escapada a casa no les había gustado mucho a los mandos), y que si algo le pasaba a la mula o a la carga, Dios no lo quisiera, él sufriría las consecuencias. Mucho. Y va la mula y se encabrita y se larga a todo meter. Y el Banderola detrás. Y la mula que sigue corriendo. Y Manolo detrás... y cuando ya están un poco alejados del resto van los rojos y se ponen a bombardear las posiciones nacionales, con tal ímpetu que se los cargan a casi todos, menos al Manolo, que después de coger a la mula llega y ve el desastre, sin saber muy bien qué ha pasado, y luego llega un alto mando y casi lo condecoran y lo mandan a casa de permiso...
Y así fue pasando la guerra, aunque fuera de esas dos anécdotas no me acuerdo de que nos contara otras. Supongo que por no asustarnos, no sé... Después de la guerra civil, como casi todos los hombres de Raxó, embarcó, y acabó su vida laboral (55 años) trabajando en un petrolero de maquinista, para una compañía holandesa. En estos viajes lo principal y que puedo contaros son tres cosas:
1º No vió crecer a sus hijos, porque de aquélla estaban de marea 8 meses seguidos.
2º Aprendió inglés. Muy poco, eso sí. Sabía la palabra que empieza por F y la que empieza por S, y generalmente las usaba juntas cuando estaba enfadado.
3º Aprendió a blasfemar de forma marinera, con expresiones como "me cago en los patucos del niño Jesús" y otras que no me atrevo a reproducir.
Y luego? Pues nada. LLegaron los nietos, incluído yo, que era el enchufado y al que siempre tenían con ellos en Raxó, y me enseñó, entre otras cosas, a poner anzuelos, a pescar, a asar sardinas, a comerlas, bricolaje, a jugar a las damas, y todos los juegos de cartas a los que él jugaba: tute, subastado, brisca y escoba. Para tristeza de todos aquellos que han tenido que aguantar durante años que les gane a esos juegos. Que lo sepan. La culpa es del Banderola. Todo aquél que quisiera demostrar lo buen jugador que era, tenía que pasar por la catedral del subastado, que era la partida que montábamos todos los domingos por la tarde, con pasta, claro... Cuántos que se consideraban grandes perdieron allí sus duros!
Lo que no logró fue inculcarme el amor que el tenía por el fútbol -era del Madrid a muerte-, ni por las quinielas. Las hacía todas las semanas. Hasta cuando estaba, ya al final, en Montecelo, me mandaba que le llevara "quinelas", las hacíamos juntos y luego las sellaba y se las daba. Nunca le tocó nada que pudiéramos llamar dinero, pero claro, los colores le perdían... al Madrid siempre le ponía a ganar y al Barcelona casi siempre que perdía. Así no se puede.
En fin... el Yayo. El Banderola. ¿Por qué Banderola? Pues veréis, por aquí se estila el poner un mote a cada persona, por ejemplo: La Mona, la Minifalda, la Pontequieta, el Banderola, el Pincho... y por ende pasa a la familia, que se va a llamar con el mote que más triunfe del de los dos progenitores. Por ejemplo los Monos, las Ratas, los Pinchos, los Cabesudos, etc. Os aseguro que todos estos motes son reales. El de Banderola viene porque en el primer asfaltado de la carretera Pontevedra-Sanxenxo mi bisabuelo trabajaba de banderola, es decir, con el trapito o bandera rojos que indicaban a los usuarios de la carretera que había obras más adelante. Y de ahí pasó a sus hijos, de los cuales el último era mi abuelo. Aunque aún hay algunos que se (o nos)consideran Banderolas, él fue realmente el último de los primigenios...
Y así se fue. Con la baraja en un bolsillo y la "quinela" en el otro. Adiós Yayo. Te quiero.
P.D- Quiero agradeceros a todos el apoyo que nos habéis dado a mi familia y a mí. Es bueno saber que tengo tantos buenos amigos. En especial dar las gracias a D, que se vino desde Madrid en cuanto se enteró, y sólo para asistir al entierro (un abrazo fuerte, tío, eres el de siempre), y a M, que me llamó desde Buenos Aires para darme su apoyo (menos mal que te habías equivocado, boludo, un beso a la family). GRACIAS.
P.P.D- Por si algún despistado queda que no se haya enterado, el Turia es el río que pasa por Valencia, y el que no es Leo puede ser varias cosas, pero en este caso es Cáncer. Ya sé que lo sabíais, pero a lo mejor me lee algún delantero de algún equipo de rugby. En ese caso, responderé a cualquiera de sus consultas de vocabulario, como qué es un bolsillo, o que si una baraja se come....
1 comentario:
Aunque ya le he reconocido al autor que dudo de mi capacidad para aportar a su blog intervenciones suficientemente válidas, útiles o interesantes, creo que al menos por alusiones me corresponde una oportunidad.
Yo soy D. y tuve la inmensa suerte de compartir los mejores veranos de mi vida con el autor, su familia, la Yaya y como no, el Yayo. Un Yayo que también lo era para mí. Anda que no me enseñó cosas a mí también, anda que no me hizo reír, anda que no me dejaba atónito con sus historias y anda que no me regañó veces por saltar la tapia de casa y dejar la marca de los pies impresa en la pared impoluta del maravilloso jardín / huerta de La Meiriña 25. Y eso solo lo hacen los tipos que tienen la suficiente calidad humana para ser un abuelo de los de verdad; tipos como el Yayo. Siempre le admiré por esa dura vida pasada que a veces contaba, por su capacidad de trabajo y por la fuerza que siempre transmitía con independencia del paso de los años. Entiendo que Charo, a pesar de aquellas continuas discusiones, siempre lo haya querido con absoluta locura.
Un hombre para admirar, para querer, y un hombre de cielo, sin lugar a dudas.
Y a pesar de la tristeza de los hechos, y más aún de la forma en que se han producido, estoy muy orgulloso de haberle conocido; me siento muy afortunado y también agradecido a toda su familia. Esa, mi familia gallega, que siempre me tendrá para lo que necesiten.
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