miércoles, 20 de octubre de 2010

Viajar es un placer III

Hola nen@s.
La última vez no me acordé de darle las gracias a J por cederme su plaza de garaje para poder dejar mi máquina de los truenos cerquita de casa y a mano, por si hay que dar una vueltecita por ahí con alguna de las miles de chavalas que ya me han enviado su currículum respondiendo a mi requerimiento en el penúltimo post. La señorita Virago y yo te damos las gracias, y te deseamos que vuelvas a casa con los mismos agujeros que los que tenías al marcharte, y no más (nuestro héroe está en misión de nosesabequé en Afganistán, por cosas del chollo, ya que es militar). Ten mucho cuidado y no invites a los locales a chorizo, jamón o cubatas... déjalo para cuando vengas, que por aquí te lo agradeceremos más. Además si te portas bien, te dejaré que pasees en tu moto a alguna de las chavalas que, por cosas de que mi tiempo es finito, no pueda pasear yo... En fin, J, cuidate mucho por ahí, que no están las cosas para mucha coña.

En otro orden de cosas, la semana pasada y aprovechando el puente, ya que había mucha peña que tenía que desplazarse (los novios desde Moscú, la familia del novio desde las Cataluñas, los fotógrafos desde Hungría, la N desde London, el ramo made in China...), se celebró la boda de PA. Fue una ceremonia curiosa, que empezó un poco lenta pero fue cobrando fuerza y emotividad, con sonrisas, lágrimas, canciones... incluso E fue poseído en directo por el fantasma de Ben E. King, o más bien por todos los Staples Singers, para cantar la versión más sentida del Stand by me que se ha oído en décadas, totalmente a capela con la base melódica de los "Pongo´s Mamas and Papas". Naturalmente, ni siquiera necesito describiros la cerrada ovación de un público entregado por completo, tocado además en el alma por la sensibilidad a flor de piel del acto... En resumen, un acto realmente sentido en un entorno realmente bonito.
Luego llegó lo mundano: canapiés, marisco, comida, bebida, más canapiés, más bebida, más comida, que vivan los novios, más bebida, que se besen, el postre, bebida, el baile, gin tonics... lo normal, hasta que los novios nos sorprendieron con unos montajes de fotos en las que salíamos los propios novios, familia y allegados, cubriendo un espectro grande en cuanto al tiempo. Tal fue la sorpresa y el agrado que se oían exclamaciones del tipo AAAaaaaah! y Ooooooooooh! cuando salían las fotos. Alguna mala persona (creo que fui yo) comentó que parecía una serie yankee de esas, con laugh track, en las que salen exclamaciones y risas en la banda sonora. En todo caso estuvo muy bien, y se ve que hubo curro por parte de los novios. Gracias. Pero en cuanto a los derechos de imagen, ya hablaremos. Hubo además un amigo de los novios (no sé si de P, si de A, o de ambos) que bailó tipo ruso (calin, cacalin, cacalin, cacalá... ¿Sabéis de qué hablo, no?... De rodillas estirando las piernas...), espectacular. Me dolían las rodillas sólo de verlo (y el muy falso decía que era fácil, el cachondo... Un saludo desde aquí para el bailarín y su mujer, buena gente sin duda). Lástima que N se lo perdiera porque estaba totalmente choca, la pobre, después de haber estado currando como una loca toda la boda, pobrecilla... supongo que fue un castigo de los dioses por haberme metido el embolao de tener que filmar al novio en la previa, aunque al final lo pasamos de coña porque había un cava excelente y unos pinchitos y un cachondeo a juego muy interesante, y luego E me invitó a comer las viandas que su padre preparó de modo excelente, como siempre: unas almejas que merecería haber pintado Miguel Angel si le hubiéramos dado tiempo antes de acabarlas, que lo dudo... Oh! Y el día anterior el cocido al que me invitaron en casa de los padres de C, que era pa grabarlo... increíble... Así que he tenido un puente gastronómicamente muy intenso, y doy por ello las gracias debidamente y en público. Cuando queráis, repetimos.
Volviendo a la boda, todo fue estaba muy rico, los novios muy guapos y descaradamente enamorados, había nubes con los cubatas... aunque he de decir que lo que más me gustó de la boda fue... Bah! no os lo digo porque luego pensáis mal, y el marido a lo mejor se enfada.
En todo caso, una buena boda: ¡Que vivan los novios! Ah! Agradecer a MA que me acercaran a casa en coche desde la parada del bus... con el traje de mafioso que llevaba a lo mejor me acorrala la policía y me acribillan antes de que pudiera sacar mi Thompson... más amables todavía si pensamos en que tenía que transportar una pesada carga, varios kilos de pescado... me parece que era lamprea... XL...

Pero al dato, que me lío, y yo he venido a este programa a hablar de mi desmesurada pasión por los viajes, hacia cualquier lado y por cualquier método: Odio por igual aviones, trenes, autobuses, barcos... Hoy os voy a hablar del avión.
Cuando fuimos a Moscú C y yo, yo nunca había subido en un avión. Entre el vértigo, la claustrofobia, los nervios y tal, yo le había comentado a C que si me daba un pallá y empezaba a ponerme eléctrico, me arreara y me dejara KO, remarcándole que más le valía dejarme KO, porque sino le iba a meter hasta en el carnet, iba a quemar el avión, iba a arrancar un ala para darle con ella... qué se yo que le dije... seguramente nada de esto que os cuento, pero algo parecido seguro. Cuando entraba en Vigo al avión que nos iba a llevar a Madrid, primero por los pasillos y luego por el finger estaba realmente acongojado y con tres cuartos de ataque de vértigo/pánico encima, pálido y sudando frío. Y C detrás más acongojado aún porque estaba empezando a temer que la iba a montar y se iba a quedar sin viaje. Y aquí he de reconocer públicamente que C es una persona que se preocupa de verdad por los demás, porque empezó a tranquilizarme explicándome cada movimiento y ruido del avión: que si ahora se encienden los motores, que si ahora un vehículo tractor engancha el avión, que si esto, que si aquello... La verdad que es un encanto, el muy cabronazo. El caso es que el avión empieza a acelerar por la pista, y me deja pegado al respaldo del asiento con la aceleración... Ante tal demostración de poderío mecánico no pude menos de exclamar alguna palabrota, y después del ascenso brusco del avión, ese que te deja el estómago en noséquéparte del cuerpo, cuando ya pude hablar, le comenté a C que cómo tiraba el chisme ese (yo creo que echando de menos esas aceleraciones me he comprado la moto), que me gustaba y tal. En ese momento el pobre pudo respirar tranquilo, y fue cuando me confesó que estaba tan preocupado por mi (más bien por las reacciones que yo pudiera tener) que no le cabía un céntimo por... la hucha.
En resumen, la toma de contacto con el avión fue buena. Me gustó el despegue, las vistas (¿ese cañón del Sil!) y el aterrizaje. Divertido. Así llegamos a Madrid, y allí nos encontramos con mi family y más tarde con X, que por cierto casi nos hace que perdamos el avión a Moscú por una pequeña discrepancia entre los números de los buses que ella pensaba que iban al aeropuerto y los que de verdad iban, y otra acerca de dónde estaban las consignas con nuestras maletas (ella conocía el aeropuerto como la palma de su mano, nos dijo, y al final nos llevó a la que no era, claro), pero gracias a dios al final llegamos, facturamos, y esperamos nuestro turno para el embarque. Se supone que el avión salía a las 12 de la noche. X ya nos había avisado que Aeroflot era una compañía un poco cutrilla, poco recomendable, pero como los billetes ya estaban sacados... El caso es que nos dieron las 12 y media y nadie salía para decir nada. Al final, un poco antes de la una, sale una azafata y empezamos a subir al avión...

[Hago un inciso aquí para comentar que toda la paranoia y la gilipollez que hay hoy en día en cuanto a la seguridad en los aviones me tiene un poco confuso, y a la vez perplejo. Señores inteligentísimos que regulan estas cosas: Si para entrar al duty free me tengo que quitar los zapatos, las llaves, lo metálico, los líquidos y no sé cuántas gilipolleces más para que no pueda hacer explotar nada en el avión o usarlo para hacer daño a alguien y secuestrarlo, y luego no me dan cubiertos de verdad abordo por lo mismo... ¿Por qué coño (con perdón) me dejan comprarme una botella en el duty free y llevarla al avión? ¿Saben cuánto tardaría en romperla, y clavársela a una azafata, o dos, o tres, o cuatro pasajeros, antes de que el piloto me abriera la puerta para que no matara a nadie más? ¿Son ustedes gilipollas? No. No creo. Simplemente quieren que nos caguemos de miedo, así venden más. Y lo malo es que lo logran. ¿Veis? Un motivo más para no viajar, y es que aún me acuerdo de las dos botellas de Vodka standard que le hicieron tirar a P en Madrid, y eso que las había comprado en el duty de Moscú y las había llevado en el avión y el capullo que se las tiró lo sabía, ojalá me lea alguna vez, para que sepa lo mamonazo que es...]

Una vez abordo, decía (a ver si dejáis de interrumpirme, leches, que ya está bien), la primera sorpresa que llevamos es que nos tocan los asientos de la última fila. Maravilloso. Un vuelo nocturno (llegábamos a las 5 AM de aquí, 7 AM en Moscú) sin poder echar el respaldo del asiento para atrás. Chachi. Luego las azafatas se pusieron a explicar lo de las salidas de emergencia. Todos pensaréis en una azafata rusa guapísima, con ese uniforme ceñidito que les queda tan bien, con una sonrisita permanente en la cara, y actitud complaciente hacia el pasajero... ya. A nosotros se nos pone un azafato delante más feo que un cuervo, con la camisa medio por fuera, y con una lamprea abordo que se debía haber bebido el tío todo el rioja de Madrid antes de empezar con las copas, que daba hasta miedo verle hacer lo del flotador... Fue tal mi perplejidad que ya no me acuerdo si nos dieron o no cacahuetes (lo de la mantita y la almohada ya sabéis que es de películas de ficción yankees), pero sí me acuerdo que el tipejo en cuanto acabó la peculiar demo se echó a dormirla en el asiento de al lado (ocupando los dos asientos, claro), y ya no volvió en sí hasta que lo despertaron en Moscú. Increíble. Cuando el gañán estaba ya en el primer sueño, sonó la voz del capitán para decirnos... no sé. Se supone que habló en español, inglés y ruso. Se le pillaba una palabra de cada 10 en cualquiera de los tres idiomas. Parecía además que se había ido con el azafato de juerga, porque tenía la voz como Massiel a media tarde. Para rematarla, los asientos quedaban al lado de los baños. Yo pensaba que las cisternas de los aviones no hacían ruido. Grave error. Sí hacen ruido, y cada vez que empezábamos a dormitar... Flush! que diría un inglés... Algún hijo de la gran Rusia tiraba de la cadena, porque C y yo éramos los únicos españoles que había en el avión, y nos estábamos cagando, pero en ellos. En fin. Un gran viaje.

Al llegar a Moscú, totalmente sobados, ya nos dimos cuenta de que la gente en Rusia va a otro rollo. Cuando aún estaba aterrizando el avión, sólo se oía los tinoninoniii de encender los Nokia. Yo pensaba que como fuera verdad lo que decía X de las interferencias de los móviles en vez de atracar en el finger lo íbamos a hacer en el medio de la terminal, pero una vez más se demostró que X es una exagerada y no pasó nada. Salimos del avión y empezamos a andar hacia donde iba la gente, porque no había ni un sólo cartel que indicara nada. Cuando vimos una cola, nos quedamos en ella esperando turno pacientemente como media hora o más. Cuando nos toca nos dicen que no es esa, que las de las aduanas están más abajo. Jurando en arameo (ya sabéis que a veces tengo poca paciencia con estas cosas) llegamos a la aduana de verdad. Todos panchos, le enseñamos a la oficial (parecía una matrona alemana, la tía, una señora mayor un poco gordecha, de uniforme verde miliar y una cara de mala leche que pa qué) los pasaportes. Y va la tía, toda chula, y nos dice "Inmigration form?". Yo no tenía ni idea de lo que me pedía la fulana, así que con toda la educación del mundo le digo what?, y la tipa me dice "Inmigration form!" y me señala una mesa llena de papelillos ciscados que resultaron ser los formularios de inmigración esos, que yo no sabía ni que existían, y que se supone que te tienen que dar en el avión, salvo, claro, que te toque un azafato borracho pingando, que entonces te tienes que buscar la vida... Bueno... Qué se la va a hacer. Cojo un impreso para rellenarlo y veo que no hay ningún boli. Más amablemente que antes, porque herr aduanera se ve de peor humor cada vez, con una vocecilla angelical, le digo "a ballpen, please" (o sea, le pido un boli por favor), y va la muy asquerosa y me grita "No!". Joder, amigos, yo ya no sabía si estaba soñando o qué. Metido en un país extraño, en lo que todo parecía viejo y cutre, donde no hay carteles, la gente no habla tu idioma y todos parecen estar de mala leche, con esas gorras de plato que dan miedo, con guardias armados alrededor, sin el inmigration form de mierda, sin boli para cubrirlo, la P llamando cada cinco minutos porque nos había mandado un chófer y estaba esperando, la gorda aduanera mirándonos con cara de mala leche, las maletas (con la pasta, además) que ya llevaban en la cinta casi una hora y pensábamos que ya nos las habían robado... Creo que nunca tuve más ganas de llorar. Ya me veía en una cárcel de la estepa rodeado de tipos tatuados queriendo ser mis amigos, como en el Facebook pero de otra manera... O en el aeropuerto de Moscú, sin maletas ni pasta. En cualquier caso, jodido.
Miré hacia el techo intentando no ciscarme en los muertos de la amable aduanera, para ver de paso si había alguna cámara oculta y todo esto era una coña, y me dí cuenta de que tenía un boli en la mochila. Bueno. A lo mejor aún sobrevivíamos a aquello... Cubrimos el formulario, y cuando nos damos la vuelta... ¿No va la fulana y nos cierra el garito de la aduana en las narices?... Yo creo que si no me estalló una vena entonces, ya no me va a estallar nunca... Que pedazo de HP la tipa asquerosa.
Menos mal que había otro garito a la vuelta, porque yo ya me veía de vuelta en la carcel rusa, recogiendo el jabón en las duchas. Menos mal que la chica del otro garito era más amable (y más guapa, además), y al final pasamos la aduana sin problema, pero hora y media tarde, y C pudo encontrar nuestras maletas tiradas al lado de la cinta, pero con todo dentro.
Así llegamos a Moscú, y encontramos al chófer. Pero eso ya os lo contaré otro día. Que esto me ha quedado muy largo...

Besos a tod@s.

2 comentarios:

A dijo...

Jeiiiii! eres una estrella del deporte alternativo. Hoy en la prensa amenazandonos con un arma. jjjj

Cristina dijo...

Pero no perdisteis el avión y asi puedes contarnos tu maravilloso viaje, xq si lo hubierais perdido... Bueno en ese caso, hubiera sido otra historia...
Bicos