lunes, 3 de enero de 2011

FELIZ 2011!

Hola, chatos y chatas, chotos y chotas...
Ya sabeis que esta época del año me pone especialmente tierno... bueno, digamos menos correoso... Ummm... Tampoco. Digamos que mi corazón late. Y punto. En fin, que ya os he contado este mismo rollo el año pasado, que me encantan estas fiestas y reunirme con la familia, y discutir y tirar fojetes, y aguantar a los sobris... Y hablando de sobris... El día 6 de diciembre nació Cora, báculo de la vejez de PI. Os podría decir que es una preciosidad. Os podría decir lo que pesó, pero está visto que mis sobrinas no quieren entrar en piques con los pesos de los megabebés que están saliendo últimamente (léase Mariña, Bosco, Coquiño, Carlota, David...). Os podría decir que sólo llora cuando tiene hambre, cosa que hace demasiado a menudo para desolación del Zentolo y la Carnaby (esto se llama publicidad subliminal). Os podría decir que, al ser ya mi séptima sobrina, no me hizo mucha ilusión su nacimiento, pero quedamos en que en este blog no se iban a poner mentiras. Os podría decir muchas cosas, pero paso de deciros nada, porque luego le sacáis punta a todo: que si con la edad me vuelvo blando, que si ya no rosmo como antes... falacias, al fin y al cabo. Bienvenida, Cora. Ten cuidado con ese trío de tiburones que os van a rondar a tí y a tu prima Adela... Ah! Que pensábais que me había olvidado? Pues no. Os sigo vigilando...

Siguiendo al hilo de estas maravillosas fiestas, el 26 hicimos una "comida xuntanza" en el Cafetín. Por iniciativa de PA y organizada por EM, se unieron XD (y vástago), JA, CL (y vástago), IP, E, A, L y un servidor. Más tarde aparecieron AA (si me olvido de alguien, que me avise). Buen vino, buena comida. Todo muy agradable. Salvo un pequeño detalle. Bueno... no tan pequeño, que debía de medir 40 cm fácil... Digamos que a algún cociner@ se le cayó un pelo en la verdura, un pelo king size. Con la buena pinta que tenía todo... Menos mal que le tocó a alguien acostumbrado a estas cosas y no le dio la mayor importancia... que si llega a ser algún otro igual monta un pollo o echa hasta la primera papilla. Como supongo que ya habéis adivinado que le tocó al de siempre, el pardillote, el pringao, a mí, en definitiva, casi nadie se enteró. Pero hete aquí que como es navidad y estoy de buen rollo, y por cosas del karma positivo, y porque el pelo era tan largo que lo tuve que sacar en dos tiempos, el jefe de cocina me vio hacer la maniobra de depilar la berza, y mientras yo me estaba pensando si comerme o no la verdura (yo creo que al final me la iba a comer, porque tenía una pinta que pa qué), me mandó una camarera que muy amablemente me cambió todo el plato. Perfecto. Y además creo que me lo trajo más lleno y todo... O sea, que al final descubrí que aparte de la buena cocina y de tener un buen precio, son unos buenos profesionales y merece la pena ir a comer allí. Podéis ir con todas las garantías. Lo del pelo es un fallo que le puede pasar a cualquiera, a mí con cierta frecuencia, pero en este caso actuaron de forma rápida para solucionarlo. El día del mosquito de Castrocaldelas la camarera vio el especimen y no dijo nada. Le teníamos que haber quemado el bar con ella dentro, con toda su familia y con todos sus amigos. Y aún nos quedaríamos cortos. En fin, que pelillos a la mar. Una gran comida, unos grandes postres, y una gran selección de vinos hecha por el E, gracias, chanquete.
Luego aparecieron AA y alguien quería tomar unos glorios, y un local cerrao, el otro petao, pero el tercero abierto. El camarero estaba allí de cuerpo presente, pero se ve que la mente la tenía a años luz, y no porque el hombre no fuera de este país, sino porque llevaba una empanada tan grande que no era sólo de bonito, carne, bacalao o zamburiñas, sino de todo ello junto a la vez, y no diría yo que no llevaría también un poco de lamprea... No sería capaz de afirmarlo del todo, no.... pero negarlo... tampoco lo negaría.
En fin, que allá estuvimos charlando, riendo y tomando menta-poleos, hasta que a una hora prudente, que el 27 había que currar, nos retiramos a nuestros aposentos, en mi caso acompañando a AA. Hacía tal frío que lo que es el grajo estaba enterrado en un cueva. Yo calculo que más de 0º no había. Y con viento. Y además para rematarla con el depósito lleno, por culpa de las menta-poleos... ¡Qué duro es vivir en el Castañal! Alejado del mundanal ruido, a 20 minutos caminando de cualquier parte interesante de esta ciudad, como poco. Cuando dejé en la primera etapa del camino a AA, allá en el Uptown, salí lanzado para el Downtown, pero como sabéis que últimamente el metro no funciona bien en nuestra ciudad, tuve que ir andando. A medio camino tuve que reducir marcha porque la sentina estaba llena y el movimiento amenazaba con hacer zozobrar el navío, pero al reducir marcha también se hacía el frío más notable, e igualmente la sentina se hacía notar más. No os voy a negar que el sufrimiento fue grande, y que las ganas de hacer un sentinazo en plena costa, acercándose para tal efecto a alguna rada desierta, eran cada vez más apetecibles. Pero rada avistada, rada copada. Por doquier pasaba lo que me pasa en la Ría cuando voy sin la licencia de pesca: que pican y aparece la lanchita de la Xunta. Cuando menos gente quieres ver, más aparece. Ya me dirás tú qué coño hace la gente seria a esas horas en la calle, y con ese frío, además. Inconscientes. Al final tuve que hacer de tripas corazón, agarrar fuerte el timón, dar avante a toda e intentar arribar a puerto cuanto antes. En el ascensor casi me desmayo. Al final logré abrir la puerta y.... ¡Hay que ver cómo sois! Os gustaría que hubiera roto aguas en el salón,  ¿eh? Ya veo. Pues no, llegué a puerto a tiempo para desembarcar los residuos. Justo a tiempo.
En fin, que no sé si fue por la travesía azarosa, por el frío abrasador (peaso frase, ¿que no?), o que Dios me castigó por cenar un yogur y una mandarina después de dos litros de menta-poleos, pero el caso es que me desperté a media noche con dolor de estómago, luego frío, y luego un gripón de cáspitas, jopelines y bemoles. El 29 tuve fiebre. Estuve de tal manera apirolado que casi no recuerdo lo que hice aquella tarde en el trabajo. Era como vivir la vida de un autista sordo y retrasado (si es que eso existe, que me parece que no) desde dentro de su cabeza: Ves cómo la boca de la gente se mueve. Supones que dicen cosas pero no te enteras de lo que dicen porque no los entiendes. Y claro, pasas de ellos. No creo que me perdiera nada importante. O sí. La historia es que el 30 aguanté en el trabajo porque el 31 ya no trabajaba, y coger una baja justo antes de días festivos se castiga en mi gremio con tres palizas, dos violaciones y un descuento en la nómina que pa qué. Al final sobreviví.
El 31 me ví bien. Hice ejercicio por la mañana, olé. Me sentía recuperado y pletórico. Lo que hacen las medicinas. Viva Ramón y Cajal y todo eso. Pero me fui con mi sobrino L al súper, y de camino me dio el bajón otra vez. Allá a la 1 tenía sólo medio cerebro funcionando (ahora ya sé cómo pensáis vosotros en un día bueno, amig@s), y claro, una columna avispada se dio cuenta de mi debilidad y ZAS! Se arrimó a mi coche y me ralló todo el faldón trasero... Menos mal que entre que estaba apirolado, que empezaba la fiebre otra vez y que estoy con el buen rollo navideño, pues no me cagué en nada, casi. Qué se le va a hacer y todo eso. Entonces salgo del parking de Mercadona, trampa mortal donde las haya, y un tipo me llama "parvo do carallo" porque no le dejé cruzar en rojo (para él, para mí en verde) ya que estaba pegado al de delante para que no se me cerrara el semáforo otra vez, que ese es como Billie el rápido, y si pestañeas antes de meter primera ya está en ámbar, y en esas, va el tipo aquél y me llama parvo. Porque no puede cruzar cuando no debe. El día de fin de año. Yo, sabiendo que en el fondo el tipo tenía razón, que en fin de año hay que tener buen rollo y todo eso, me quedé mirándole un rato (aprovechando que no se movía el coche de delante, ojo, que no paré a posta) y cuando ví que me miraba le dije para conciliar, mientras yo movía la cabeza hacia los lados ligeramente como negando: Gilipollas! Como recriminando levemente su mala actitud ante el tráfico. Y me contestó que como era médico cirujano me quería arreglar un poco la cara, gratis, claro. Yo amablemente decliné su invitación, con una sonrisa de medio lado que él entendió a la perfección, y como el camión de delante arrancó nos despedimos mirándonos a los ojos. En momentos así doy gracias a Dios por no haberme hecho nacer en los USA o en otros países en los que están permitidas la armas de fuego, porque aún teniendo yo un carácter contenido y afable, a este pedazo de melón le habría metido dos cargadores entre ceja y ceja, cumpliendo la condena a gusto. Por gili. En fin.
En llegando a la rotonda de los tirantes, ya el cabreo haciendo subir un gradito más la fiebre, hete aquí que tengo que esquivar a un ñáñaro que invade la rotonda justo en el momento en que un servidor estaba pasando por el lugar. Nadie circula antes, y no tengo a nadie detrás. Si no es por joder, parece. Así que amablemente le pito y le pregunto que dónde coño va. Y el fulano (que era cagado a Labordeta, Dios lo tenga en su gloria) me dice que por ahí no puedo circular. ¡Ah! Claro que no puedo. No puedo coger el carril de fuera para girar, tengo que ceder el paso a los que vienen de fuera de la rotonda, siempre que se parezcan a Labordeta y quieran chocar conmigo, ya que un triángulo en el carril de uno significa preferencia, como todos los cantautores folkie saben. Ya...Y los pájaros maman... Amablemente rebato su dialéctica con un "los cojones no puedo", que fue lo más bonito que me pasó en ese momento por la cabeza. Y seguí circulando. Buen rollo, pensaba yo, que es fin de año. Pero claro, el tío se me para al lado en el semáforo y me sigue con su teoría, muy educado él, todo hay que decirlo, de que las rotondas son para que circule él y que a mí me vayan dando. Entonces le dije cosas que prefiero no repetir, porque la columna, el gili, la gripe y el propio Labordeta habían acabado con mi providencial paciencia. No le habría vaciado un cargador, a este, nooooo. Le habría disparado con un bazooka.
He de deciros que aunque el pureta estaba un poco despistado en cuanto a las normas de tráfico, siempre fue educado y no alzó la voz. Yo normalmente tampoco lo habría hecho (y esto es en serio, y lo sabéis), así que si alguno de vosotros conoce a este hombre parecido a Labordeta, con un coche rojo, explicadle que está vivo gracias a que en este país no se permite llevar armas, y que me disculpe por no haber sido todo lo educado que debería. Lo siento, señor, que tenga usted un buen año nuevo.
¿Y al gili? Que le den. Ese no vale las heces que expulsa.

Y así pasé parte de estas fechas entrañables. En breve os contaré más, que esto ha quedao largo.

Un abrazo y felicidades.

1 comentario:

Cristina dijo...

Manda carallo que me tenga q enterar x el blog (que casi nunca actualizas) que ya nació tu sobrina y que estas choco!!!

Feliz año, gruñoncito

Bicos