Otra de la Vespa: Iba yo tan tranquilo a comer, en veranito, menos de 15 días después del percance anterior, naturalmente sin adelantar en continua y mirando al cielo, cuando, negociando una curva en la entrada de la capital (ya sabéis cuál: Raxó), va y me me ocurre lo siguiente:
Antecedentes:
- Vespa se supone que viene de avispa, por aquello de la línea de la moto y eso, y se supone que los moscones no se sienten atraídos por las avispas... en principio.
- El casco utilizado en aquella ocasión (como en la anterior con la "Extraña pareja"), era un casco integral (esto es, con protección para la mandíbula) viejo, que no tenía visera.
Hechos:
Empiezo a trazar la curva con seguridad, inclinando la moto lo suficiente como para contrarrestar la fuerza centrífuga de la curva, cuando, de repente, noto un impacto en la frente... un impacto de algo blando... un impacto de algo... algo asqueroso....
Me doy cuenta de que algún tipo de bicho, al que todavía no he identificado, está quedándose medio pegado a mi frente... y lo que es peor... que empieza a deslizarse hacia abajo, deslizándose sin desprenderse sobre sus propias tripas semiadheridas a mi piel... llegando primero a mi nariz, y después... más abajo.
De aquella yo llevaba perilla, y mientras seguía negociando la curva, sin poder parar hasta que ésta acabara (en realidad todo esto pasó en menos de un segundo, pero para mí fue eterno, como un efecto "Matrix"), el elemento extraño y destripado se fue a alojar en mi bigote.... ¿Os parece asqueroso?... Pues ojalá se quedara ahí, porque antes de acabar la curva os aseguro que el bicho se quedó justo delante de mi boca, enganchado por la parte inferior de la perilla y alguna fuerza telúrica extraña, porque... de verdad, seguro que en mi vida anterior he sido un crápula y tengo que pagar en esta, porque si no, no lo entiendo... ¿Habéis intentado escupir alguna vez dentro de un casco?... Bueno. Pues en resumen, es como un confesionario: lo que digas se queda dentro... supongo que quien más, quien menos, se hará una composición de lugar.
Escupí dos o tres veces. El bicho no se movió... pero el casco quedó bonito... por no hablar de mi cara, salpicada de mi propia baba, como cuando el GC2 me decía que me podía empurar... Triste. Muy triste.... Patético, diría.
A todo esto... ¿Qué se siente? Pues primero incredulidad, luego un asco enorme, y al final... al final coges un cabreo... ¡Ufffff! Al acabar la curva paré. Cogí el casco y lo tiré al suelo. Ante la atónita mirada de una paisana, me sacudí con ambas manos la cara, hasta que el bicho cayó al suelo... Era un moscón, sí, pero aún por encima era un moscón de esos verde... sí... de esos que siempre están encima de eso que las vacas desechan por la parte de atrás... aún por encima... Más asco, más cabreo...
Como tengo mi orgullo, y la paisana estaba pensando si llamar a la policía, me recompuse como pude, me limpié más o menos la cara, limpié más o menos el casco, me lo puse, y como si nada hubiese pasado me fui de allí muy dignamente... hasta que llegué al garaje, tiré el casco al suelo, solté todos los improperios que conozco, y ante mi atónita madre, que ante el barullo se había asomado a ver qué pasaba, me fui a limpiar la cara sin dejar de decir burradas, mientras ella me preguntaba, entre divertida y preocupada, qué me había pasado....
3 comentarios:
Menos mal que todavía no he cenado porque has sido tan realista en tu relato que es como si llevase el casco con el moscón incorporado, aggggg... jajajajajjajajajaja.
En cuanto a lo del premio, si quieres si lo publicas en tu blog y eliges los blogs que a ti más te gusten.
Y en el próximo partido ya hablamos sobre lo que quieras de los blogs, o puedes hablar con Alberto para hablar (madonna santa, demasiados "hablar"...) en otro momento.
Un saludo
df saref awerf asdf sadf
Eso es lo que decía yo con el moscón en la boca....
Publicar un comentario