jueves, 19 de noviembre de 2009

Viajar es un placer...

Hola chatines/as...
Acerca de mi persona siempre ha habido una serie de mitos, creencias, suposiciones... lo normal para una gran estrella. Todo el mundo pretende conocerte y saber de tu vida... Y claro, como yo no salgo en el Hola, ni en el 10 minutos, ni en ninguna otra publicación de esas llamadas del "corazón" (cosa que no acabo de entender, porque yo creo que el órgano correcto estaría bastante más abajo, visto la clase de información que dan y por lo que son famosos los famosos que salen ahí), pues van y se inventan mi vida. Y van y me dicen, con todo el morro, que no me gusta viajar.
Tócate las bolas Arturo... Que no me gusta viajar, dicen, yo que he hecho más kilómetros que un mono cojo en patinete, que me conozco toda la costa (y digo toda) desde aquí hasta Cantabria, media España del interior, he pasado meses en la isla de Ons (en casa del guarda, ojo, no en el camping con los jipis), he recorrido Portugal de arriba a abajo (viva el bacallau dourado y la concentración de motos de Faro). Yo, añado, que perdí las llaves del coche (en realidad no las perdí yo, fue E)en Nerja y me tuve que quedar dos días tirado esperando a que llegaran las copias, que he sufrido 45º de tórrido calor en Granada (y sin tener Estrella, además), que he tenido que aguantar a los graziosos en Sevilla (hay quillo, que graziozo zomo lo seviyano), que he comido navajas a la plancha en Muros (ahora dirán todos: Ya salió Muros, claro, sólo vas a Muros y a Asturias...), que he evacuado gases en Marvaõ (el C aún se está partiendo, pero no os la voy a contar), que he visto a la gente esquiar en Francia y los Pirineos (esta os la contaré luego, que tiene coña), y ¡qué leches! que he estado en la Plaza Roja de Moscú... ¿Cómo me pueden decir que no me gusta viajar?.

A mí me encanta conocer sitios nuevos y bonitos. Y ahí es donde comienza el enfrentamiento. Los que me critican por ir a Muros nunca han ido. Consideran que viajar es ir al Caribe, a Egipto o a Cabo Culo, gastando un mogolalón de pasta y más de un día en el viaje. Eso es viajar y mola. Ir a Muros a conocer los playones de Area Maior o Ancoradoiro no es cool. O ir a Allariz. O a Merza a ver la fervenza do río Toxa. O a Melón a ver las pozas. O a Corrubedo, a la Praia do Vilar. Pero no quiero polémicas. Cada uno que vaya a donde quiera. Yo os voy a hablar de los medios de transporte, y porqué me muevo en coche gracias a ellos, o a las desgracias que me pasan en ellos.

Veréis. Un de las primeras veces que monté en tren, era yo un guaje, cuatro o cinco años, no me acuerdo bien... os podría decir que recuerdo a la gente mucho más alta que yo, pero eso aún me pasa, así que... pongamos cinco años. Veníamos desde Redondela, no sé porqué, porque de aquella me decían pallá y yo pallá iba, nunca me cuestionaba las decisiones y los motivos de mis padres (hasta que me abandonaron en la gasolinera, luego ya no me fie tanto). El caso, digo, es que poco después de Redondela se oye un ruido metálico, fuerte, y el tren se para. Después de media hora parados el revisor nos viene a contar que habíamos atropellado a un coche en un paso a nivel, y que el fulano se había muerto un poquito y teníamos que esperar a que viniera el juez y la pasma y todo eso, y que sabían que era un fulano porque entre los restos del coche habían logrado recuperar la cartera con el DNI...
Es raro, diréis, que te toque eso... ir en tren y que éste arrolle a un coche. Bueno. Será. Pero unos 13 o 14 años más tarde, volviendo de Coruña, pasando portas, va mi tren y se vuelve a parar y viene el revisor y nos informa de que acababan de atropellar a una furgoneta. Tan raro no será... Esta vez no hubo muertos porque el fulano saltó a tiempo, pero me parece que el gicho aún hoy en día sigue evacuando blandito...
Otra vez se subió un fulano en Villagarcía, y montó tal lío que en Santiago se subieron dos policías (el tío no quería bajarse) y lo escoltaron hasta Coruña, donde al bajar amablemente lo metieron en un Zeta y se lo llevaron (y yo pagando el taxi, hay que ver). Pero bueno... la que más os va gustar es otra vez en la que iba yo tan tranquilo en mi asiento, y al llegar a Portas sube una señora, o señorita, o ternera, o lo que fuera, de más menos tres palmos de ancho, metro setenta de alto y una medida que ni me atrevo a aproximar de grosor. Pongamos que el total sería un conjunto de más menos 100 kg. En canal. Nada más la ví entrar por la puerta del vagón, con su cestita de mimbre, me entró un presentimiento negro, negrísimo, y un escalofrío me recorrió la espalda. Miré a mi alrededor y ví que había sitios libres de sobra. De hecho, eran los típicos bancos de dos en fondo, y en la mayoría sólo iba uno sentado. Singles nos llaman. Solos. Pero yo veía que el LP seguía avanzando hacia mí... Hay un montón de sitio, pensé, además normalmente las señoras se sientan al lado de otras mujeres, será muy raro que me toque al lado, pensé... pero el cosquilleo en la nuca seguía, y la señora avanzaba, y cuando ya creía que iba a pasar de largo (yo la miraba de reojo, como haciendo que leía, porque si miras a las bestias a los ojos dicen que es peor, que huelen tu miedo y ya estás listo de papeles) va la tía y se gira y acopla su mole en el asiento pegado al mío. No os diré que pasó toda mi vida por delante de mis ojos, porque no es verdad, pero noté dos cosas claramente: primero, mi cuerpo se desplazó un palmo de su posición inicial porque eso era lo que salía la molla lateral por encima del apoyabrazos que separaba los dos asientos. Segundo, casi me desmayo al oler el Eau Savage que la mujer desprendía. Llámale feromonas, sudor, peste total o lo que quieras. Esa mujer o lo que fuera que iba disfrazado de mujer olía a sudor que echaba para atrás, y no digo sudor de ese normal, no, digo ese que cheira como a vinagre concentrado y caducado, ese que te penetra las fosas nasales y llega hasta el cerebro...
El caso es que me veo en esta tesitura: sentado, pero inclinado con la cabeza pegada al cristal porque la señora tenía la espalda de un remero del Volga (y las mollas de un luchador de sumo que se acaba de comer a dos o tres niños gordos), procurando no respirar mucho por la nariz porque sino podría morir, o coger un cáncer, o quedar parvo, qué se yo. Para estar al lado de esa mujer hacía falta un traje NBQ de esos. Y de los buenos, además, que uno de Carrefour lo derrite en un suspiro... Así que tras un par de minutos que pasé como alelado, entre el olor, la postura, la sorpresa, el acojone y la incredulidad, maldiciendo a mi suerte le dije muy educado: ¿Me deja pasar? Y me fui al espacio central del vagón, donde están los baños, y allí me senté en la escalera a esperar que la señora se bajara en Villagarcía, y luego a esperar a que se bajara en Santiago, y al final a cagarme en todo cuando se bajó en Coruña, y le dije adiós muy educado cuando volví a recoger mis cosas. No fuera que me mordiera o algo.
Ese día fue cuando decidí que la próxima vez iría en bus. Pero esa es otra historia...
Mañana más, piruletas.

4 comentarios:

Cristina dijo...

Me parto, que te gusta viajar... claro x eso tus amigos te llamamos Anxo el viajero, nos ha jodido...

Alberto dijo...

Que si hombre, que te encanta viajar... a ver si te convencemos un dia de estos y viajas hasta tu propia casa y te quedas a tomar unos trospiros en Pontevedra (que no es Moscu) que por no moverte no te mueves de Raxo..
por cierto el martes que viene nos vamos a Sao Paulo, la sañora A y yo, pero claro eso no esta en Asturias ni en Muros...asi que no cuenta... A ver si te traemos algo, una garota, por ejemplo.

Anxo dijo...

Veis lo que os digo? Me atacan. No conocen Muros... pero claro, para eso hay que ir en coche... ¿verdad? Oh! Que uno no conduce y la otra tampoco?... No me extraña que se quieran marchar del país en cuanto tienen oportunidad....

Alex dijo...

me partoooooooo...buenisimo Anxo, voy a seguir leyendo los antiguos q esto promete, jajaja